“La diáspora nos enseña que, sin necesidad de un euskera hablado, la danza es el idioma de la comunidad vasca global”
Euskara. Kultura. Mundura.
La película Dantza ha girado por diversas ciudades de Argentina y EEUU entre abril y mayo, de la mano de su director, Telmo Esnal, y su bailarín protagonista, Gari Otamendi. El cineasta continúa estrenando su tercer largometraje por todo el mundo, difundiendo la cultura vasca mediante el idioma universal de la danza. Ya de vuelta, han compartido con nosotros su experiencia.
La película Dantza ha girado por diversas ciudades de Argentina y EEUU entre abril y mayo, de la mano de su director, Telmo Esnal, y su bailarín protagonista, Gari Otamendi. El cineasta continúa estrenando su tercer largometraje por todo el mundo, difundiendo la cultura vasca mediante el idioma universal de la danza. Ya de vuelta, han compartido con nosotros su experiencia.
La primera parada de dicha gira fue en Argentina; concretamente en Posadas, provincia de Misiones. El film participó en el festival Co-Cine Entre Fronteras, una cita donde se mezclan cine y gastronomía. “Quizá ese público fuese el más alejado de la cultura vasca de todas las proyecciones que hicimos”, opina Esnal, “y la verdad es que la película despertó mucho interés; la gente salió contenta”. Tras eso, viajaron a La Plata, a estrenar la película esta vez en un entorno tomado por la diáspora vasca. “Las dos citas fueron muy enriquecedoras”, asegura el director.
El público general de los estrenos en EEUU también era cercano a la cultura vasca. Otamendi y Esnal visitaron las ciudades de Seattle, Ontario, Boise, San Francisco, Chino, Los Ángeles, Reno, Nueva York y Washington D.C. para presentar la película. La experiencia permitió al primero “reunirme con amigos de toda la vida”, ya que Otamendi ha visitado varias veces la diáspora vasca de EEUU, “así como hacer nuevos amigos”. El segundo, por otro lado, nos brinda una curiosa comparación en cuanto a la conexión con el País Vasco del público de dichas ciudades. “El público de las ciudades del Oeste (San Francisco, Los Ángeles, Seattle u Ontario) eran vascos de segunda generación nacidos ahí, mientras que, en las ciudades más orientales como Nueva York o Washington, la mayoría eran vascos emigrados de aquí. Son comunidades que viven el ser vasco/a de diferente manera, pero todos recibieron con gran interés la película”.
Los eventos de cada lugar han dependido de los medios para llevarlos a cabo, con un público mayor o menor según el caso. “Boise ha sido el único sitio donde la película se ha proyectado en salas de cine”, apunta Esnal; “pero en Chino, por ejemplo, aun siendo un evento con pocos medios, el público comenzó a cantar Uxo Zuria (Paloma Blanca, canción popular vasca) al final de la proyección, y eso fue muy emocionante”.
Una gira rara vez ofrece tiempo para hacer las cosas pausadamente y con su debida dedicación. “Es verdad que hemos andado muy rápido de un lado para otro; quizá con un poco más de tiempo hubiéramos podido compartir más experiencias con la gente”, confiesa Esnal. Otamendi opina lo mismo: “Hemos estado en muchos sitios en un plazo muy corto, y ello me ha impedido digerirlo todo hasta regresar aquí”.
Pero los dos opinan que la experiencia merece la pena, y mucho. “Más por ellos que por nosotros”, dice Esnal; “la diáspora aprecia mucho la cultura vasca que les llega desde aquí, porque eso les lleva a sus raíces”. Otamendi, en cambio, alude a la capacidad de la danza como disciplina artística para estrechar lazos entre comunidades: “La danza es la base de mi relación com muchos de ellos, y es Dantza la que me ha vuelto a llevar ahí. La diáspora nos enseña que, sin necesidad de un euskera hablado, la danza es el idioma de la comunidad vasca global”.
Esta gira ha sido posible gracias a la colaboración que Etxepare Euskal Institutua mantiene con las Euskal Etxeak o centros vascos de EEUU y Argentina.