Korrontzi, Premio Etxepare Euskal Institutua 2021 de los Premios Musika Bulegoa por difundir “la música, la cultura y la identidad vasca en el mundo"
Euskara. Kultura. Mundura.
´Korrontzi´ era el apodo del trikitilari de Mungia que cada domingo cogía su burro e iba del caserío al pueblo. No entraba a la iglesia, pero esperaba fuera hasta que terminara la misa para tocar la trikitixa y ganar así unas monedas. A los fundadores del grupo homónimo, Agus Barandiaran y Mikel Romero, les gustó su historia y les pareció una buena alegoría para describir la vida de un músico. Decidieron ponerle ese nombre al grupo, del que hoy en día forman parte, junto a Barandiaran, Alberto Rodriguez, Kike Mora, Ander Hurtado de Saratxo y Cesar Ibarretxe.
El grupo Korrontzi ha sido galardonado con el Premio Etxepare Euskal Institutua 2021 de Musika Bulegoa por "difundir la música, la cultura y la identidad vasca en el mundo". Es un reconocimiento por haberse convertido en un referente en el ámbito de la música folk.
Hemos hablado con el trikitilari Agus Barandiaran sobre su trayectoria, la situación derivada de la pandemia y la relación entre la música moderna y la tradicional.
- Este premio es una muestra de reconocimiento por llevar el euskera y la cultura vasca fuera del País Vasco. ¿Qué sientes al recibir el galardón?
- Es un gran honor. Siento que se agradece el trabajo realizado. Desde 2004 hemos ofrecido muchas giras y muchos conciertos fuera de Euskal Herria, y aunque sea bonito, a veces se hace duro. Por eso recibimos este premio con orgullo; la gente valora el trabajo realizado y eso es algo gratificante. Para nosotros es un placer enorme poder difundir y mostrar la cultura vasca en el exterior, y recibir un reconocimiento por ello es muy gratificante.
- Lleváis años exponiendo o presentando la cultura vasca en el extranjero: Bélgica, Estados Unidos, Rumanía, Cabo Verde, Irlanda, Brasil, Malasia… El rock es rock en todas partes, con matices únicos, por supuesto, pero el folk cambia radicalmente de pueblo a pueblo. ¿Cómo es la acogida internacional de la música tradicional vasca?
- La trikitixa es el eje de nuestra música, el instrumento principal, aunque también hayamos utilizado la alboka, la txalaparta u otros instrumentos musicales tradicionales. Cuando oyen este instrumento interpretan nuestros ritmos y melodías como música para bailar. Cuando hemos tocado en Brasil o Cabo Verde, por ejemplo, la gente se ha puesto a bailar para cuando llega la segunda o tercera canción. Todos los países en los que nos hemos movido tienen eso en común. Siempre nos hemos sentido bienvenidos, en Malasia, en Estados Unidos o en Isla Reunión. Mucho de lo que hacemos se basa en explicar de dónde venimos, cuáles son nuestros orígenes y cómo es nuestra cultura, nuestro idioma, nuestra experiencia como pueblo.
- El último disco, ´Koplariak´, lo grabasteis durante la cuarentena, o al menos lo empezasteis por aquel entonces. ¿Cómo están siendo la cuarentena, el 2020 y el 2021 desde el punto de vista de un creador y compositor?
- Los primeros momentos fueron muy duros, como para todos. Los primeros meses los vivimos con mucha incertidumbre. No sabíamos lo que iba a pasar, al principio parecía que iba a ser cosa de uno o dos meses, y en nuestra ignorancia pensamos que se salvarían los conciertos de verano. Teníamos varias giras previstas por Estados Unidos, República Checa, Portugal y España. Empezamos a ver cómo poco a poco todas se desmoronaban. El primer concierto después de aquello lo dimos en julio en Valencia, en un ambiente de incertidumbre total. No sabíamos qué permisos necesitábamos ni cómo iba a la ser actuación.
Cuando no había conciertos aprovechamos para terminar el disco. Hicimos las primeras grabaciones en confinamiento y terminamos el trabajo en verano. Luego, a finales de año, sacamos el disco a tiempo para la Durangoko Azoka. Creo que a pesar de que no se den las mejores condiciones la cultura debe avanzar.
- A lo largo de los años habéis trabajado junto a diferentes grupos, creadores y artistas, ¿cómo influye eso en la personalidad y naturaleza de Korrontzi?
- Tiene una gran influencia. Cuando empezamos a tocar en 2004, las discográficas vascas no apostaron por nosotros, así que nos dirigimos a Madrid. Contactamos con Nubenegra y nos publicaron el disco. Tener que ir a Madrid a lanzar el disco para nosotros supuso no sentirnos reconocidos en casa, pero a día de hoy creo que fue lo mejor para nosotros. Nubenegra nos introdujo en otro mercado, en otro circuito. La mayoría de los conciertos los hacíamos fuera de Euskal Herria. Conocimos a gente de otros países e hicimos muchos amigos. Subimos al escenario con ellos y aprendemos los unos de los otros, a beber del conocimiento mutuo.
En 2013 pusimos en marcha un ambicioso proyecto, ´Tradition 2.1´. Invitamos a músicos de todo el mundo a acompañar nuestro acordeón y a actuar junto a la trikitixa. Ese disco fue un resumen del trabajo realizado hasta entonces, y se aprecian los vínculos y las relaciones entre las culturas y los artistas con los que hemos trabajado.
- Hoy en día predominan el pop, el trap y el rock. Sin embargo, Korrontzi sigue apostando por la música tradicional utilizando las herramientas que ofrecen los nuevos tiempos. ¿A qué se debe esta decisión? ¿Cómo ve el maridaje entre lo moderno o lo actual y de la tradición?
- En el caso de Korrontzi ha ocurrido de forma natural. La música tradicional ha sido algo que he recibido de casa. Primero empecé a aprender trikitixa con una persona muy mayor, Rufino Arrola, que era ´de la vieja escuela´. Por ejemplo, enseñaba a tocar la trikitixa en el bar. Creo que la mayor lección fue ver cómo era su forma de vida. Venimos de ahí, de ese amor que sentimos por la música tradicional. Viendo cómo está la industria, quizás no sea la mejor apuesta, pero es la música que siempre hemos amado. Cuando tocamos fuera eso queda patente, la gente lo ve y lo aprecia.
- Dicen que hoy en día no consumimos ese tipo de música. ¿Cómo ve la música tradicional vasca en el futuro? ¿Será puro folclore o seguirá siendo música para disfrutar en el día a día?
- Yo creo que está bien traer estilos de fuera al País Vasco, eso siempre es algo positivo. La tradición no está relacionada con la traición. Se pueden hacer cosas nuevas, como meter un DJ o un instrumento de fuera, como el banjo, por ejemplo. No es incompatible con amar la tradición. Que pruebe cosas nuevas no quiere decir que yo renuncie a lo enseñado por Rufino Arrola. Aspiro a mantener lo transmitido, llenar de alguna manera mi mochila con esa tradición y lanzar y enseñar al mundo una nueva propuesta.
Creo que las tradiciones que no se adaptan a los nuevos tiempos tienen más posibilidades de morir. También existe el riesgo de que al final entren en un folclorismo en el que queden guardadas entre libros. Lo que está claro es que cualquier hábito fue en su momento la novedad, todas las costumbres empezaron en algún momento. Es la sociedad la que hace que un instrumento, una canción o un estilo se convierta en tradicional. Si se canta una canción actual en un bar de aquí a doscientos años, seguramente significará que esa canción se ha convertido en parte de la tradición. El patrimonio es algo bonito, hay que conocerlo, mantenerlo y quererlo. Pero también es algo vivo. Sobre ello también hay que probar cosas nuevas, hacer de alguna manera nuestra aportación. Si pasa el tiempo y nacen nuevas versiones, significará que se ha mantenido y sigue viva.