Entrevista con Thomas Olver: más allá de ´Patria’

Euskara. Kultura. Mundura.

21-06-2024

Thomas Olver  realizó su doctorado en literatura comparada en la Universidad de Liverpool y su tesis ‘Locating Memory in Contemporary Basque Literature: Moving Past Patria’ se ha convertido en una referencia esencial para comprender cómo la memoria colectiva y personal se entrelazan en las narrativas literarias del País Vasco. Esta investigación ha sido galardonada con el AHGBI Publication Prize 2024, premio otorgado a las mejores tesis doctorales en estudios hispánicos y lusófonos en el Reino Unido.

Olver analiza cómo las autoras vascas Edurne Portela (‘Mejor la ausencia, 2017), Karmele Jaio (‘Aitaren Etxea’, 2019), Katixa Agirre (‘Atertu arte Itxaron’, 2017), Gabriela Ybarra (‘El comensal’, 2015) y Aixa de la Cruz (‘La línea del frente’, 2017) abordan la memoria del conflicto vasco en sus obras, destacando la representación crítica y diversa de la memoria histórica. Su trabajo rechaza narrativas simplistas y promueve una comprensión más compleja del pasado. Esta investigación no solo proporciona una visión crítica de la literatura vasca, sino que también ofrece un marco teórico robusto para estudiar la memoria cultural en otras literaturas regionales.

En esta entrevista, Olver compartirá sus hallazgos más significativos y sus reflexiones sobre el papel de la literatura en la construcción y preservación de la memoria colectiva del conflicto vasco.

¿Cómo aborda tu tesis la representación de la memoria histórica del conflicto vasco en la literatura contemporánea?

Mi tesis analiza cinco novelas de autoras vascas contemporáneas - Edurne Portela, Karmele Jaio, Katixa Agirre, Gabriela Ybarra y Aixa de la Cruz. - y se enfoca específicamente, en la forma en que éstas abordan el asunto de la memoria en su obra, sobre todo en lo que se refiere al legado del conflicto vasco.  Al examinar su representación de la memoria como algo siempre inestable e incierto, he intentado demostrar cómo estas autoras adoptan una perspectiva sumamente crítica hacia cualquier intento de imponer un gran relato sobre el pasado - algo que ha sido fundamental en el así llamado “batalla del relato” que tanta división ha provocado en el País Vasco y en España desde el fin de ETA. 

Sugiero que estas novelas rechazan ese deseo de establecer una sola verdad sobre el pasado porque esto siempre implica la exclusión de voces o perspectivas no dominantes.  Al contrario, estas obras abogan, de modo implícito, por formas de memoria que se caracterizan por el diálogo, la variedad de perspectivas, la reflexividad de las propias autoras y un entendimiento más complejo del contexto histórico, social y político en que surgió la violencia.  

¿Qué diferencias has encontrado entre las narrativas de escritores vascos que vivieron el conflicto de primera mano y aquellos que lo han abordado desde una perspectiva posterior?

Sin duda hay diferencias notables.  Primero, diría que una cosa que todas estas narrativas tienen en común es la paulatina reflexión que hacen sus narradoras sobre dónde se sitúan sus propias miradas sobre el pasado y cómo esto inevitablemente restringe y, al mismo tiempo, da forma al particular entendimiento del pasado que posee cada persona.

Si consideramos por ejemplo ‘El comensal’ - una novela en que Gabriela Ybarra trata de entender el asesinato de su abuelo por ETA, la autora subraya repetidamente su propia distancia – por no vivirlo de manera directa - de este acontecimiento tan traumático.  De ahí crea Ybarra una tensión narrativa entre, por un lado, su profundo deseo de entender lo que fue para su familia vivir ese trauma y, por el otro, la imposibilidad para ella de superar esa distancia que la separa de la muerte de su abuelo.

En cuanto a las narrativas de escritoras que vivieron el conflicto de primera mano, aunque se podría decir que se caracterizan por un estilo algo más directo, estas autoras todavía recononcen implícitamente que toda perspectiva sobre el pasado sigue siendo una perspectiva parcial y que cada visión del pasado siempre será sólo una pieza de un puzle más grande. 

Esto se ve muy claramente en ‘Mejor la ausencia’ de Edurne Portela donde la autora elige como narradora una niña pequeña cuya infancia está marcada por la violencia de su entorno, tanto dentro de casa como fuera de ella.  Al elegir esta narradora a quien le cuesta entender la violencia que la rodea, Portela hace que observemos el pasado a través de una mirada siempre limitada y fragmentada.  Al final de la novela, cuando la narradora, ya adulta, reflexiona sobre su propio pasado, acaba dándose cuenta de lo mucho que le queda por comprender.  Esto le lleva a entender que solo podrá rellenar estos huecos en su entendimiento del pasado si busca y escucha otros puntos de vista.      

¿Destacarías algún factor común que hayas encontrado en las distintas obras que has analizado? ¿Hay alguna técnica narrativa particular que las autoras utilices para tratar temas tan complejos como el conflicto y la memoria?

Ya he mencionado la reflexividad que caracteriza estas obras y creo que, en cada novela que he analizado, hay una clara preocupación por el papel de la escritora – es decir, cómo ésta aborda el pasado en su narrativa, cómo se posiciona en relación con este pasado y con la violencia, cómo reconoce los límites de su propia perspectiva sobre el pasado.  En todas estas obras, las narradoras-autoras hacen hincapié constantemente en la artificialidad de sus representaciones del pasado: comentan una y otra vez el proceso de escribir, dudan si lo que escriben es cierto o producto de la imaginación, lamentan la imposibilidad de alcanzar un conocimiento completo del pasado, reconocen la necesidad de seguir buscando e imaginando otros puntos de vista. 

Ybarra, por ejemplo, emplea una amplia gama de estilos literarios – mezclando tropos de la ficción policial con elementos fantásticos para contar la historia de su abuelo, reconociendo que ésta es nada más que una reinvención ficticia. 

Katixa Agirre y Karmele Jaio, por su parte, emplean estructuras fragmentadas que demuestran cómo el pasado se compone por distintas narrativas y perspectivas y una pluralidad de voces. En resumen, lo que dejan bien claro al lector es que entender el pasado es un proceso continuo que debe desconfiar de “grandes narrativas” y favorecer la inclusión de múltiples voces, cada una reconociendo la parcialidad de su propia perspectiva.     

¿Existen similitudes o diferencias notables en la forma en que el conflicto vasco es abordado en la literatura en comparación con otros conflictos históricos en Europa o en el mundo?

Nací en Belfast así que, para mí, la comparación más inmediata siempre ha sido el conflicto en Irlanda del Norte.  Aunque no viví los años más violentos de ese conflicto, soy muy consciente de que la sociedad en que crecí fue profundamente impactada por él.  De ahí siempre he sentido una curiosidad por examinar cómo entendemos un pasado que no vivimos pero que aún así nos ha impactado de forma innegable. 

La literatura sobre el conflicto en Irlanda del Norte es abundante y muy diversa. Es algo difícil hablar en términos generales sobre ella.  Pero es curioso notar, en primer lugar, que en ninguna obra (¡por lo menos que yo sepa!) se puede observar un intento de ofrecernos una representación totalizadora del conflicto, algo que, en mi opinión, sí se ha visto en España con la publicación de ‘Patria’ de Fernando Aramburu. 

Fotograma de la serie ´Patria´ (2020, Aitor Gablibondo)

Diría que, al contrario, ha habido una preferencia por narrativas más íntimas, que dan voz a perspectivas más marginalizadas y que ilustran cómo tantas personas se vieron envueltas en la violencia que afligió a sus comunidades.  Además de eso, varios autores han utilizado estilos bastantes radicales para representar nuestro pasado, tales como ‘Milkman’ de Anna Burns que, adoptando un tono a veces bastante surrealista, le da voz a la experiencia del conflicto de una adolescente viviendo en Belfast.  Vale la pena destacar también ‘The Fire Starters’ de Jan Carson por su uso creativo del realismo mágico para explorar los efectos del legado del conflicto sobre los jóvenes de hoy en Belfast.     

En los últimos años, se han publicado varias novelas que exploran cómo las profundas cicatrices del conflicto aún perduran hasta el presente.  Una obra que recomiendo muchísimo y que, a mi parecer, retrata muy bien este impacto es ‘Close to Home’ de Michael Magee.  Demuestra el trauma que han heredado muchas familias en Irlanda del Norte y las dificultades de hablar abiertamente, aún hoy en día, de un pasado que sigue provocando muchísimo dolor para tanta gente.  Pero lo que también ilustra de manera muy eficaz es cómo se ha disipado el ambiente de optimismo y esperanza que reinaba a finales de los noventa cuando se firmaron los acuerdos de paz.  Su novela expresa la profunda decepción que ahora sienten muchos por el continúo fracaso de resolver no sólo el legado del pasado, sino también los problemas socio-económicos que nos ha legado el conflicto, los cuales han dejado a una nueva generación de jóvenes despojados de perspectivas de futuro.

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