Entrevista a Irene Larraza II/II: colaboración con otros institutos culturales, atraer lo internacional y retos de la diáspora
Euskara. Kultura. Mundura.
Irene Larraza, directora de Etxepare Euskal Institutua, hace balance de 2022. En la primera mitad de la entrevista ha abordado temas como la ejecución del programa de intercambio cultural Saison Quebec – Pays Basque, las nuevas cátedras universitarias o los encuentros profesionales celebrados en 2022.
En esta segunda parte trata sobre la colaboración con el resto de institutos culturales del Estado, la capacidad de atracción internacional hacia Euskal Herria y los retos de la diáspora, así como de otros impactos de la pandemia.
- ¿El hecho de poder volver a la presencialidad también ha influido en las subvenciones de movilidad?
- Creo que fuimos valientes en tiempos de pandemia cuando decidimos gestionar las subvenciones de la forma más automática posible, sin comisiones de valoración. Tomamos esta decisión pensando que en 2021 habría menos solicitudes. En 2022 decidimos mantener el mismo sistema, y aunque tenemos que afinarlo de cara al año que viene, creemos que es el camino más ágil y el más adecuado.
Los solicitantes de subvenciones han cumplido y superado nuestras expectativas, nos han demostrado que tienen ganas de estar fuera, de trabajar fuera. Sobre todo, hemos visto que tienen nivel para hacerlo.
- Se están estabilizando las formas de hacer y las iniciativas surgidas en los últimos años.
- Sí. En el caso de las ventanas vascas, es decir, actividades de difusión de la cultura vasca, así ha ocurrido. Hemos visto que ciertas ventanas van tomando forma estable, en las que cada año se puede ver una nueva cosecha de creación vasca. Pero las posibilidades son grandes, el mundo es muy amplio y nuestro potencial es limitado. En consecuencia, evaluamos continuamente qué iniciativas se abordan puntualmente y cuáles se mantienen. Mantendremos la Tamperada finlandesa, la participación en el festival literario Eñe y la programación de creadores vascos en el Teatro Mayor de Colombia, por ejemplo. La serie de actividades organizadas en Nueva York, por su parte, ha sido puntual.
- No sólo se trabaja en ayudar a viajar a nivel internacional, sino en crear esas oportunidades internacionales, ¿no?
- Los sectores culturales son muy diferentes y trabajamos condicionados por ellos. A veces nosotros ayudamos, pongamos por caso a los escritores, a que viajen a ferias internacionales. Otras veces, sin embargo, nuestra labor es crear un espacio para ellos. En estos casos, no obstante, los programadores tienen la última palabra. En 2023, además, trataremos de abrir las puertas a la traducción mediante la creación de una colección de muestras de texto de escritores/as vascos/as, especialmente de los no traducidos hasta ahora. La intención es que sea una plataforma que ayude a escritores/as con más dificultades.
- El programa Nuevos Traductores también está en marcha en colaboración con el Institut Ramon Llull y el Consello da Cultura Galega.
-En 2022, el Consello da Cultura Galega, el Institut Ramon Llull y Etxepare Euskal Institutua hemos promovido en colaboración estancias para traductores que quieran participar en una estancia para traducir poesía. El objetivo es ofrecer un espacio de trabajo, inspiración e intercambio con dos ejes. Por un lado, el trabajo en equipo, cuyo objetivo es priorizar el intercambio entre residentes. Por otro, trabajo en solitario para que cada residente pueda desarrollar su proyecto.
- ¿Es importante colaborar con estos institutos?
- En la medida en que compartimos el contexto de la minoría lingüística, creemos que es importante el contacto. De nuevo hablamos de enriquecer el mundo de las relaciones. El elemento más interesante del foro que tenemos a nivel estatal es trabajar codo con codo, compartir proyectos. Las combinaciones pueden ser diferentes, nosotros con un solo instituto o los cuatro juntos. El Instituto Cervantes, el Intitut Ramon Llull y el Consello da Cultura Galega tienen capacidades diferentes, por eso el contacto nos sirve de mucho para aprender. Somos fuente de inspiración los unos para los otros, aunque somos diferentes en medida y forma.
- También se han llevado a cabo iniciativas en el marco de la internacionalización, pero en la dirección contraria, es decir, con el objetivo de atraer a los de fuera aquí.
- Principalmente a través del proyecto ZABAL. Traemos comisarios de bienales internacionales para que conozcan a nuestros/as creadores/as y participen en estas exposiciones si comparten sus criterios concretos. Les preparamos una agenda adaptada a sus necesidades. Hemos visto que el programa es eficaz: June Crespo estuvo en la Bienal de Venecia y la editorial Consonni en documenta 15.
- En el ámbito de los estudios vascos, ¿cuál es la evaluación anual?
- Seguimos en proceso de estabilización en las universidades. Debido a la pandemia, más que en novedades, tenemos el foco puesto en la estabilización. Hemos tenido dificultades a la hora de renovar los convenios y ese ha sido un gran reto.
Sí destacaría que en 2022 se han realizado pruebas de certificación de euskera en Argentina, que no se realizan todos los años. También el esfuerzo que realizan los centros vascos en la enseñanza del euskera y la labor que realiza el equipo de Etxepare en la formación de sus profesores. Ahí también hemos recuperado el modelo presencial, gracias al trabajo realizado.
Los centros vascos y los estudiantes de euskera de la diáspora han sufrido mucho a causa de la pandemia y ambos han disminuido en los últimos años. Estamos en fase de recuperación y vamos a seguir trabajando para volver a la fortaleza de antes.